En un mundo cada vez más interconectado, la expansión internacional se ha convertido en un objetivo estratégico clave para numerosas marcas que buscan crecimiento y reconocimiento global. Si bien existen diversas vías para lograr esta internacionalización, la franquicia emerge como un modelo particularmente atractivo y eficiente. Al otorgar a terceros el derecho de operar bajo su marca, utilizando su modelo de negocio probado y su know-how, las empresas pueden trascender fronteras geográficas con una inversión de capital relativamente menor y un conocimiento del mercado local invaluable.
Una de las principales ventajas de la franquicia radica en la reducción de la inversión directa. En lugar de asumir la totalidad de los costos de establecimiento y operación en un nuevo país, la marca matriz comparte esta carga financiera con sus franquiciados. Esto permite una expansión más rápida y con menor riesgo, liberando recursos para otras áreas estratégicas.
En las franquicias se encuentra probablemente una respuesta al interés de internacionalización de muchas empresas colombianas de los sectores de gastronomía, comercio especializado y detallista y de los servicios, pero las que se atreven a incursionar en la arena internacional siguen siendo pocos. Se estima que son menos de 15 marcas que han perseverado en este objetivo y lo han conseguido, mientras que existen más de 150 marcas argentinas con presencia internacional.
En un modelo de franquicias, los franquiciados aportan un conocimiento profundo de su mercado local porque entienden las particularidades culturales, las preferencias de los consumidores y las dinámicas competitivas de su región. Esta adaptación local, que a menudo incluye la modificación de productos, servicios o estrategias de marketing, resulta crucial para el éxito en un entorno extranjero. Un sistema de franquicias facilita esta adaptación cultural y comercial, aumentando significativamente las probabilidades de aceptación por parte del público local.
Es importante también señalar que la motivación y el compromiso del franquiciado contribuyen de
una forma definitiva a la implantación exitosa en un nuevo mercado. Al ser propietarios de su propio negocio, los franquiciados tienen un incentivo directo para asegurar el éxito de la marca en su territorio. Su dedicación y esfuerzo se traducen en una gestión más eficiente y una mejor representación de los valores de la marca ante los consumidores locales. Esto contrasta con la gestión de sucursales propias, donde la motivación de los empleados puede ser menor. Es evidente que el franquiciado como emprendedor que ha invertido en su negocio está llamado a producir y alcanzar resultados.
Sin embargo, la internacionalización a través de la franquicia también presenta desafíos. Es determinante establecer un perfil del franquiciado que se busca y adelantar una selección rigurosa para conseguir que quienes se conviertan en nuevos franquiciados compartan la visión y preserven los estándares de calidad que ha concebido el franquiciante, como desarrollador de la experiencia de marca. Establecer una comunicación clara y un soporte continuo es vital para mantener la coherencia de la marca a nivel global y resolver cualquier desafío que pueda surgir.
Asimismo, la protección de la propiedad intelectual y el control de la calidad son aspectos que requieren una atención constante.
Son muchos los desafíos para la internacionalización de una marca, no obstante, la franquicia continúa demostrando ser un vehículo poderoso para conseguir este propósito porque como lo señalamos, permite conectar a las marcas con oportunidades en diversos del planeta.
