El modelo de franquicia ha demostrado ser una estrategia eficaz para la construcción y consolidación del tejido empresarial en nuestro país. La esencia colaborativa des este modelo, esta basada en la transferencia de conocimientos, el acompañamiento continuo y la estandarización de procesos, crea un ecosistema donde múltiples actores —franquiciantes, franquiciados, proveedores y clientes— se integran en torno a una propuesta de valor compartida.
Una de las principales contribuciones de la franquicia al tejido empresarial es la formalización y profesionalización de negocios. Al requerir estructuras organizativas claras, manuales operativos, estándares de calidad, auditoría de procesos y cumplimiento normativo, las franquicias promueven la adopción de buenas prácticas en la gestión y operación, finanzas, mercadeo, atención al cliente, etc. Esto eleva el nivel competitivo de las empresas y aporta sostenibilidad en el tiempo.
Además, el modelo impulsa la creación de nuevas empresas, pero con menor tasa de fracaso que los emprendimientos independientes o base cero que van desde la idea hasta la implementación del negocio, gracias a la replicación de conceptos exitosos y al respaldo continuo del franquiciante, que al capacitar y apoyar, obra como un tutor para sus franquiciados. Esto conlleva a que las redes franquicia sean redes empresariales más sólidas, con relaciones de largo plazo basadas en la confianza, el acompañamiento y el cumplimiento mutuo.
Las franquicias también actúan como plataformas de desarrollo empresarial inclusivo, al permitir que emprendedores con distintas trayectorias y niveles de experiencia accedan a modelos de negocio estructurados. Tratándose de las microfranquicias, muchos de estos conceptos que requieren un menor monto de inversión, ofrecen excepcionales oportunidades a emprendedores pertenecientes a poblaciones con menores ingresos. En todo caso, la franquicia es una puerta de entrada al mundo empresarial para personas que, sin este modelo, no tendrían las herramientas, conocimientos o respaldo para emprender con una mayor probabilidad de éxito.
De otra parte, el modelo de franquicia fortalece las cadenas de suministro locales y genera sinergias con otros actores del entorno productivo. Muchos franquiciantes apuestan por proveedores nacionales y regionales, lo cual dinamiza la economía local y genera un efecto multiplicador en otros sectores. Esta red de colaboración contribuye a un ecosistema más interconectado y resiliente.
La expansión de franquicias en distintas regiones del país aporta a la descentralización económica, llevando oportunidades de inversión, empleo y consumo a ciudades intermedias y zonas menos desarrolladas, lo que contribuye al equilibrio regional y al fortalecimiento de economías locales. El reto está en expandir la frontera de la franquicia que todavía se concentra en las ciudades grandes e intermedias.
En conjunto, la franquicia no solo impulsa negocios individuales, sino que impacta en la construcción de comunidad, en la estructura empresarial y la cultura de colaboración. Es una herramienta estratégica para fortalecer el tejido empresarial y contribuir al desarrollo económico sostenible y equitativo del país.
Por Luis Felipe Jaramillo Lema